segunda-feira, 30 de maio de 2011

Puno y un vandalismo injustificable



Se dice que vivimos en el Perú, tiempos de cambios, de mejoras, de esperanza. Los últimos años hemos visto como las cifras macro-económicas muestran un crecimiento auspicioso de nuestro país. Muchas empresas extranjeras han venido invirtiendo secuencialmente en diversas áreas, lo que trae consecuentemente trabajo para la población. Todos sabemos, que desde que somos un país republicano, la principal actividad que atrae divisas en el Perú es la minería. También sabemos que en un pasado no muy lejano, la minería destruyó en muchos lugares el medio ambiente por ignorancia o porque simplemente a los dueños de la empresa no les importó absolutamente nada. Pero hoy vivimos nuevos tiempos, de globalización, de protección ambiental, de información en tiempo real. Es casi imposible una empresa se establecer en lugar sin seguir las normas regionales, nacionales y mundiales, que incluyen la protección del medio ambiente. Durante las últimas semanas hemos acompañado las protestas que vienen aconteciendo en el sur peruano, en Puno. Numerosos comuneros, campesinos protestan en contra de una empresa minera que pretende iniciar sus actividades en una área cercana a los campos agrícolas. Y según informan los diferentes medios de comunicación, numerosas personas no pueden trabajar, las carreteras están bloqueadas y hubo una serie de desmanes que simplemente son inadmisibles. Primero, reclamar o protestar, tiene alguna relación con destruir??? Tienen culpa de estos reclamos gente que quiere trabajar y que no puede porque las calles están tomadas por vándalos?
Las respuestas son claras, nadie tiene el derecho de destruir propiedad pública o privada, eso es en cualquier parte del mundo penado con cárcel. Y toda persona tiene el derecho de trabajar y nadie puede evitar ese derecho. Lo que estamos viendo es una pérdida total de autoridad y de respeto, hace ya algún tiempo hay poblaciones que creen que tienen que tomar la justicia en sus manos y lo peor que tienen libre derecho de matar o destruir.
Lo peor de todo esto es que no son los campesinos que reclaman ellos simplemente están siendo manipulados, por dirigentes extremistas, radicales y obviamente frustrados que buscan el caos y la anarquía.
Hablamos tanto de que gran parte de nuestra población es olvidada y aquellos imprestables dirigentes están tirando las oportunidades de que las regiones puedan crecer, poniendo en la cabeza de los campesinos que su agua se va ver contaminada con consecuencias lamentables en sus campos de producción, lo que es una gigantesca mentira. Obviamente toda actividad, como la minería, tiene un impacto en el agua o en los suelos, pero para eso hay personal especializado para disminuir ese impacto y no interferir con la producción agrícola. La agricultura también causa modificaciones en el medio ambiente y nadie se queja de eso.
Estas localidades por un pésimo mal asesoramiento, le están dando la espalda a un mejor futuro, ahuyentando la inversión, que puede traer progreso, educación y dinero para la localidad.
Cuando hablamos de los olvidados del crecimiento económico, nos damos cuenta que hay dirigentes radicales, ignorantes e impresentables como un candidato presidencial que no voy a escribir su nombre, que quieren que se mantengan así, olvidados. Obviamente, la falta de educación y de oportunidades de los olvidados les brinda una fuerza que no piensa que reclamar un derecho no significa destruir.

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